Pornografía y más: Adicción al Cibersexo
octubre 17, 2020
Pornografía y más: Adicción al Cibersexo

Cuando el sexo online deja de ser algo con lo que aprender y disfrutar, y se convierte en una dependencia acompañada de sufrimiento, tenemos un problema.

La tecnología en general, e Internet en particular, siguen cambiando a toda velocidad las reglas y condiciones de nuestras vidas. Hoy en día, debido a las Tecnologías de la Información y Comunicación, se impone la inmediatez, los límites espaciotemporales se relativizan, y las fuentes de datos, imágenes y redes, tienden al infinito. La primacía del uso de las TIC es cada vez mayor, y nuestra dependencia funcional casi absoluta. Con la cantidad de poder que hemos otorgado a las empresas (y gobiernos) que hay detrás, las TIC influyen de manera determinante en toda nuestra cotidianidad, incluida, a través del cibersexo y los servicios OTT, nuestra sexualidad.

El cibersexo es el uso de Internet con fines sexuales, en principio gratificantes, aunque no siempre recreativos. Su empleo no tiene por qué ser preocupante o malo en sí mismo, pues el que tenga efectos positivos o contraproducentes dependerá de tres factores:

  1. Quién pone en práctica su uso: pues las personas que utilicen tal recurso pueden tener, o no, la madurez, el bienestar y la educación sexual suficiente como para hacer de ello un uso sano y ético.
  2. Qué tipos de actos o comportamientos sexuales online se llevan a cabo: sabemos que algunos entrañan un mayor riesgo, como el sexting, o potencial adictivo, como el consumo de webs de pornografía. Hay que ser conscientes que estas webs procuran maximizar el tiempo online, y que lo hacen mediante el incremento de excitación sexual, tanto por lo estimulante de la interactividad, como por el estudio de perfilesque les facilita empujar al usuari@ a la continua búsqueda de “la imagen perfecta” (es decir, de una escena sexual que se ajuste de forma simbiótica a su preferencia sexual).
  3. Cómo se realiza ese comportamiento sexual online, si de manera libre, voluntaria y controlada, o coartada y compulsiva.

Podemos decir, resumidamente, que tenemos un problema si caemos en el exceso, la dependencia, la prematuridad, si tomamos como modelos saludables referentes que no lo son, si caemos en la cosificación constante del otr@ legitimando su uso (o abuso no consentido), si no sabemos diferenciar ficción de realidad, si a raíz de ello nos hacemos una idea distorsionada de la sexualidad en toda su diversidad o de la realidad de los cuerpos y las interacciones, un sexo sacado de contexto y siempre desprovisto de afecto y respeto.

También tenemos un problema si se utiliza el cibersexo para suplantar, mentir, manipular, chantajear, acosar o abusar, si se irrumpe en la privacidad de alguien o se deja la intimidad de otra persona en la más absoluta vulnerabilidad, si el uso del sexo en Internet nos sume en el aislamiento o nos dificulta el relacionarnos con otr@s (sintiéndonos sólo capaces de hacerlo a través de la red), si el uso del cibersexo deviene compulsivo, si se convierte en un problema para la pareja, la familia o el trabajo y se mantiene incluso a pesar del impacto negativo reconocido.

La evolución de esta adicción es la habitual: inicialmente las personas experimentan un gran placer y consecuencias positivas con el uso de alguna Actividad Sexual Online (ASO), pero a medida que el consumo se va volviendo más frecuente y compulsivo empiezan a surgir (y a sufrirse) personal y familiarmente, una gran variedad de síntomas y graves consecuencias. Y es que, el cibersexo tiene un gran poder que no deberíamos subestimar: el que le confieren las propiedades de Internet (accesibilidad, inmediatez, bajo coste, comodidad, anonimato, interacción…) y el que se deriva del carácter de reforzador primario que posee el placer sexual.

Si se considera el proceso adictivo como un continuo, los usos no patológicos se situarían en un extremo, mientras que la dependencia estaría en el otro. El abuso representa la etapa previa a la dependencia1Excepto para algunas drogas, donde el paso del uso a la dependencia química es directo.. Cuando a raíz de cualquier consumo aparecen cambios conductuales desadaptativos, podemos asumir que una persona ha pasado del uso al abuso. La idea básica para calificar cualquier consumo de patológico es que se siga con ello a pesar de los evidentes efectos perjudiciales.

  • Criterios de consumo adictivo:
    • Obsesión: necesidad irresistible e intensos deseos de consumir. Realizar el consumo se convierte en una actividad prioritaria.
    • Pérdida de control: aunque la persona pueda parar su uso temporalmente, cree que es imposible no volver a consumir, incluso con esfuerzos máximos de autocontrol.
    • Consumo continuo, a pesar de las consecuencias negativas evidentes.
    • Negación: se niega que el consumo sea un problema, llegando incluso a enfadarse si alguien le señala que su uso está fuera de control.

Leamos a continuación los principales ASO, y los signos, síntomas y criterios diagnósticos específicos de la adicción al cibersexo.

Tipos de ASO:

  • Visita a páginas web, aplicaciones, de citas sexuales o para ligar.
  • Visionado de vídeos/fotos sexualmente explícitos o estimulantes.
  • Masturbación durante el uso de pornografía.
  • Masturbación, o encuentros sexuales, mediante el contacto con otros usuari@s a través de webcam.
  • Autoestimulación mientras se reproduce una fantasía sexual mediante texto (chat).
  • Mantenimiento de conversaciones sexuales a través de chat, pero no acompañadas de masturbación concurrente.
  • Visionado de showseróticos o pornográficos en directo (con posibilidades de interacción virtual).
  • Búsqueda de artículos sexuales.
  • Búsqueda de trabajadores/as sexuales online.
  • Sexting.

Adicción al cibersexo:

También llamada compulsividad sexual online, se trata del uso excesivo e incontrolado de cibersexo que provoca problemas laborales, sociales y personales. El consumo excesivo bien puede ser continuado en el tiempo o por atracones (pornographic binges2Se estima que alrededor del 60% de los adictos al cibersexo los sufren.). Algunas personas llegan a este perfil de forma muy rápida, apenas un tiempo después de su primer contacto con el sexo online. No obstante, esto no sería lo más habitual.

La adicción al cibersexo suele venir acompañada de sentimientos de culpa, remordimiento y vergüenza, que provocarían un deterioro de la imagen personal y un descrédito de la identidad. Así, suele ser habitual que las personas que lo sufren refieran en ocasiones sentirse humilladas por fallar en controlar su conducta sexual. Emocionalmente, suelen presentar cuadros de ansiedad y depresión, o distimia, así como una mayor probabilidad de consumo de drogas o de padecer otras adiciones comportamentales. A nivel social, esta adicción ocasiona grandes problemas de pareja y/o familiares, dificultades a la hora de iniciar una nueva relación sentimental o mantenerla, y un mayor o menor aislamiento social.

La adicción al cibersexo puede llevar a problemas académicos y/o laborales. A nivel cualitativo, algunas personas, no pocas, afirman haber desarrollado cierta tolerancia (o incluso atracción) parafílica por haberse encontrado con la necesidad de intensificar, e introducir, novedad y variedad a la ASO. Significativamente, que no paradójicamente, la adicción al cibersexo precariza y hace decrecer la calidad de la actividad sexual de pareja. En la misma línea, la compulsividad sexual online afecta, con muchísima frecuencia, a las distintas fases de la respuesta sexual como, por ejemplo, reduciendo el deseo de mantener relaciones sexuales offline, afectando a la erección durante las mismas o causando eyaculación precoz.

En la adicción al cibersexo, la dependencia compulsiva de cierto tipo de actividad sexual online puede servir no sólo para lograr cierto placer sino también para escapar de un estado de malestar interno de tipo afectivo o emocional, pues la actividad sexual puede ser utilizada, por ejemplo, como medio para regular los sentimientos y el autoconcepto.

Criterios diagnósticos de la adicción al cibersexo:

  1. Un mínimo de tres de los doce criterios siguientes durante al menos un mes:
    • Fallos recurrentes a la hora de resistir los impulsos por consumir.
    • Realización del comportamiento sexual online durante más tiempo o con una frecuencia mayor de lo planeado.
    • Esfuerzos infructuosos por parar, reducir o controlar el comportamiento sexual.
    • Inversión de una cantidad exagerada de tiempo en la actividad.
    • Obsesión con alguna/s ASy/o con las actividades preparatorias para realizarla/s.
    • Fantasías, impulsos o consumos en respuesta a situaciones vitales estresantes.
    • Fantasías, impulsos o consumos en respuesta a estados de ánimo disfóricos (angustia, ansiedad, depresión, aburrimiento o irritabilidad).
    • Realización de la conducta sexual online en lugar de atender obligaciones familiares, sociales, académicas, etc.
    • Persistencia en el consumo a pesar de experimentar consecuencias negativas.
    • Necesidad de incrementar la intensidad, frecuencia o riesgo de la actividad para satisfacer el ansia sexual.
    • Abandono de actividades sociales, ocupacionales o recreativas debido al consumo.
    • Distrés, ansiedad, intranquilidad o irritabilidad cuando no se puede hacer uso de la/s ASO
  2. El consumo compulsivo sexual online tiene un impacto personal y/o social significativo (problemas o pérdida de la pareja, trabajo, implicaciones legales…).

 

Arnan Castelló

¡Hola! Me llamo Arnan Castelló y soy Psicólogo Sanitario y Psicoanalista, también con formación en psicoterapia clínica y terapia de pareja y familia, especializado en paternidad, maternidad y crianza, sexualidad, adolescencia, drogodependencias y conductas adictivas

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